5.6.1.4. Apostasía Social. Apostasía Política

Extraído del libro «¡Convertíos! Se acerca el Reino de Dios» de Moisés María Aja de la Cruz

La inmensa mayoría de las naciones gentiles (todas los del Mundo Occidental) que recibieron de la Iglesia al tiempo la Fe y la Cultura, han rechazado los principios cristianos de sus Constituciones; de esta forma, ya no son las Leyes de Dios las que rigen las sociedades, sino las normas inmorales que tratan de hacer legal todo lo que la Libertad humana corrompida por el pecado se plantea.

Hace tiempo que la Iglesia dejó de predicar a los gobernantes que tienen el deber de honrar a Cristo. Es ya una señal de decadencia en la institución que debe ser la “Luz del Mundo” (Mt 5,14). Dice S. Pío X:

“Que sea necesario separar al Estado de la Iglesia es una tesis absolutamente falsa y sumamente nociva porque…infiere una gran injuria a Dios, el único Fundador y Conservador tanto del hombre como de las sociedades humanas, ya que en materia de Culto a Dios es necesario no solamente el culto privado, sino también el culto público.”[1]

S. Pío X se apoya en la Doctrina de León XIII:

“Los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil…. «Es necesario que exista una ordenada relación unitiva, comparable, no sin razón, a la que se da en el hombre entre el alma y el cuerpo”… « Error grande y de muy graves consecuencias es excluir a la Iglesia, obra del mismo Dios, de la vida social, de la legislación, de la educación de la juventud y de la Familia. Sin Religión es imposible un Estado bien ordenado»[2]  

El poder político sin Dios se convierte en dictadura inhumana y anticristiana: “Sin Mí nada podéis hacer” (Jn 15,5). Los políticos anticristianos convierten los medios informativos en instrumentos de manipulación del pensamiento y de la opinión al servicio del gobierno; se apoderan de la educación para modelar los individuos de una sociedad sin Dios. Cuántos centros de estudios básicos y medios lo son de corrupción moral, de forma que al llegar a la universidad los estudiantes se encuentran con fábricas de ateísmo.

Se eliminan libertades elementales como la de expresar la opinión en temas como la ideología de género, la Historia, las vacunas en estos momentos de plandemia, …Todo parece enfocado a la imposición del pensamiento único, al servicio de un totalitarismo mundial.

Abundan los espectáculos blasfemos contra las figuras más significativas de la Iglesia Católica, sin que sean castigados por las autoridades. La Cristofobia toma cuerpo maligno en la sociedad, queriendo disfrazarla de arte y libertad. Hay naciones que el 30 de septiembre celebran el “Día internacional del derecho a la blasfemia” y ciudades con monumentos a Lucifer en lugares públicos.

El Grito Original del Padre de la Mentira (Jn 8,44)  -“Seréis como Dios” (Gen 3,5)- se escucha en el desierto espiritual de nuestros días en forma del “Transhumanismo”. Este movimiento trata de crear superhombres que prescindan de Dios. En realidad arrastra al hombre por el abismo de la soberbia, que conduce a ese lugar que a muchos les cuesta pronunciar: el Infierno.

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[1] S. Pío X, “Vehementer nos” (11/2/1906), n.1

[2] León XIII, Inmortale Dei (1/11/1885) ns. 3,6,15 respectivamente.

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