Varias profecías se refieren a un hombre elegido por Dios y por la Virgen Santísima que será suscitado para poner fin a las calamidades e instaurar el Reino de María.
Se puede decir que desde la Edad Media este hombre de Dios es esperado por la Iglesia y por sus hijos fieles.
Santa Brígida de Suecia
(1303-1373)
Nuestro Señor quejándose de la decadencia dice a la Santa: _»Mas por los ruegos de Mi Madre les enviaré a estas ovejas, de las que exceptúo a los amigos míos, que solo viven con el cuerpo en el mundo, mi clara voz que predica misericordia, y si la oyeren se salvarán».
(Celestiales revelaciones, pág. 89).
Un labrador para que venga con el arado… ni temerá la fortaleza de los valientes, ni las amenazas de los príncipes
Nuestro Señor promete a Santa Brígida «un labrador» que destruirá a sus enemigos:
«…pues aquellos mismos que por su primacía o dignidad eran los que solían y debían aplacar a Dios, han caído mucho de su santidad y buen ejemplo y no consideran que Dios Señor de todas las cosas, se hizo pobre para enseñar a menospreciar todo lo del mundo y amar lo del cielo. Mas el hombre, de suyo pobre, se ha hecho rico con falsas riquezas, y todos quieren seguir este camino, siendo muy pocos los que no lo intentan.
(Celestiales revelaciones, pág. 89).
Menester es que mis amigos a quienes Yo enviaré, trabajen varonilmente y con presteza
«Así, pues, el Omnipotente enviará e incitará un labrador a para que venga con el arado, el cual no buscará tierras, ni hermosuras corporales, ni temerá la fortaleza de los valientes, ni las amenazas de los príncipes, ni hará acepción de personas, sino que sin respeto [humano] de nadie, despedazará las carnes de los hombres y dará en el suelo con sus cuerpos, entregándolos a los gusanos y las almas las pondrá en poder de aquel a quien sirvieron. Menester es que mis amigos a quienes Yo enviaré, trabajen varonilmente y con presteza, porque lo que digo no se cumplirá al fin del mundo, como antes anuncié, sino en estos tiempos; y muchos de los que hoy viven lo verán…» ( Celestiales revelaciones, págs. 210-211).
Exaltaré su cuerpo y glorificaré su alma, para que se manifieste mi misericordia
Nuestra Señora pide un alma en la que Dios manifieste su misericordia:
«Ruégote, en segundo lugar, para dar fervor a unos y para consuelo de los miserables, te dignes manifestar tu misericordia por medio de alguna persona querida tuya…»
«Y respondió el Hijo: ‘Cuando vienen a suplicar muchos amigos, es justo que sean oídos, y mucho más si viene a suplicar una Señora muy estimada del Señor: hágase Tú lo que quieres. Mi justicia se manifestará hasta tal punto, que los que la experimenten, verán que salen al público sus obras y que sus miembros estremecen. Daré también a una persona toda la misericordia de que es capaz y necesita, y exaltaré su cuerpo y glorificaré su alma, para que se manifieste mi misericordia’» ( Celestiales revelaciones, pág. 368).
Sor Mariana de Jesús Torres
(1563-1635)
Aquellos que deberían defender en justicia los derechos de la Iglesia, darán la mano a sus enemigos
”Aciagos tiempos sobrevendrán, en los cuales, cegando en la propia claridad aquellos que deberían defender en justicia los derechos de la Iglesia, sin temor servil ni respeto humano, darán la mano a los enemigos de la Iglesia para hacer lo que éstos quisieren.
«Pero ay! del yerro del sabio, el que gobierna la Iglesia, del Pastor del redil que mi Hijo Santísimo le confió a su cuidado. Pero cuando aparezcan triunfantes y cuando la autoridad abuse de ella cometiendo injusticias y oprimiendo a los débiles, cercana está su ruina, caerá desplomada por el suelo y alegre y triunfante cual tierna niña resurgirá la Iglesia y se dormirá blandamente mecida en manos de hábil corazón maternal del elegido hijo mío muy querido de aquellos tiempos al que si dócil presta oído a las inspiraciones de la gracia, siendo una de ellas la lectura de las grandes misericordias que mi Hijo Santísimo y yo hemos tenido contigo, lo llenaremos de gracias y dones muy particulares, lo haremos grande en la tierra y mucho más en el cielo donde le tenemos reservado un asiento muy precioso, porque sin temor a los hombres, combatió por la verdad y defendió impertérrito los derechos de su Iglesia, al que bien lo podrán llamar mártir…» (Vida admirable de la Rvda. Madre Mariana de Jesús Torres, Tomo II, Cap X, págs. 124-125).
San Luis María Grignion de Montfort
(1673-1716)
”Lo esencial de esta devoción consiste en el interior, que ella debe formar, y, por este motivo, no será comprendida igualmente por todo el mundo. Algunos han de detenerse en lo que ella tiene de exterior, y no pasarán adelante, y éstos serán el mayor número; otros en número reducido entrarán en su interior, mas subirán apenas un peldaño. Quién alcanzará el segundo? Quién se elevará hasta el tercero? Quién finalmente se identificará en esta devoción? Aquel solamente a quien el Espíritu Santo de Jesucristo revele este secreto. El mismo conducirá a ese estado el alma fiel, haciéndola progresar de virtud en virtud, de gracia en gracia y de luz en luz, para que llegue a transformarse en Jesucristo, y alcance la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en el Cielo» (Tratado de la Verdadera Devoción, n° 119).
Fray Calixto
(+1759)
”Un hombre, instrumento de Dios, ha vuelto a encender la lumbre. Felices los que han sobrevivido. Gloria a Dios» (S. M. Mirakles, pág. 115).
Bernardo Rembort
(1689-1783)
”Su orgullo los llevará a reírse de los signos del cielo y no los tomarán en consideración. Un hombre surgirá y despertará el mundo dormido, golpeando con voz fuerte a los orgullosos y destruyendo los sabios. Y porque el orgullo y la voluptuosidad y las modas lujosas son tan grandes, Dios castigará el mundo…» (S. M. Mirakles, pág. 88).
Sor María Lataste
(1822-1847)
”Vendrá, pues, aflicción sobre la tierra, reinará opresión en la ciudad que yo amo y en la que dejé mi corazón. Se hallará sumida en la tristeza y desolación, se verá rodeada de enemigos como un pájaro cogido en las redes y por espacio de tres años se creerá que va a sucumbir. Pero Mi Madre bajará a ella y tomará de la mano al anciano sentado en su trono y le dirá: ‘llegó la hora, levántate. Mira a tus enemigos: los ahuyento uno tras otro y desaparecen para siempre. Me glorificaste en el cielo y en la tierra. Mira a los hombres. Veneran tu nombre, tu valor, tu poder. Vivirás y yo viviré contigo. Anciano enjuga tus lágrimas; yo te bendigo’» (J. Lascoé, págs. 147-148).
Sor María de los Dolores y Patrocinio
(1811-1891)
El hombre de Dios… una gran maravilla…
«Hablando conmigo misma en cierta ocasión, me dijo la Sierva de Dios: ‘Se obrará tan gran maravilla, que llenará de asombro el mundo entero… Los hombres están muy descuidados… y el hombre de Dios se acerca; ya no tardará: a quien les coja descuidados no les irá bien… Estoy pensando y me hace bendecir a Dios que para todo lo más grande se vale su Divina Majestad de un puñado de polvo. ¨Quien ha de pensar como ha de ser el prodigio? Una sepultura con un puñado de huesos; y a la voz de Dios todos han de ver que se convierten en lo que antes eran… Nadie lo puede imaginar; y así será grande el asombro del mundo. Nadie ni nada será capaz de adelantar el momento ni la hora…’ ‘¨Pues que, Madre, le pregunté yo, tiene día fijo, o solo es condicional?’ ‘Es voluntad expresa de Dios y tiene año, mes, día y hora fija’. Antes de ese triunfo de Dios y de su Iglesia, tienen que venir grandes castigos…» (Sor María Isabel de Jesús, págs. 513-514).
Madame Royer
(1841-1924)
El 24 de mayo de 1914:
«Cuando todo recurso humano habrá desaparecido, y que todo parecerá perdido, el Sagrado Corazón intervendrá. Entonces surgirá el elegido de Dios y la Francia no podrá negar que ella deberá solamente su salvación al Sagrado Corazón» (A. Marty, pág. 84).
En 1915:
«Los malos se destruirán ellos mismos… Francia será como desamparada… Entonces llegará aquel que debe todo restaurar. Será necesario aceptar aquel que la Providencia enviará…»
José de Walbach
(1853-?)
Sobre el hombre providencial dice:
«En medio de la tempestad surgirá un hombre de bien, que vive en el temor de Dios. Todos los corazones se volverán hacia él y lo amarán. Milagros brillantes señalarán su venida y los más incrédulos serán obligados a reconocer la intervención divina» (J. Gonthier, 117).
Berta Petit
(1870-1943)
”Mi apóstol surgirá a la hora querida, cuando el espantoso cataclismo que viene habrá trastornado las combinaciones actuales de los hombres y su deplorable política. No es a la hora actual que Mi voluntad a respecto de la gloria de Mi Madre se debe cumplir. La espera es aún útil a la grandeza de la obra» (R. Christoflour, pág. 215).
PADRE PALAU – ERMITÃNO N. 113
Do ano 1869 – ao final de 69
Nosotros confrontando las profecías con los acontecimientos actuales creemos seguirá la sociedad humana actual esta orden.
De un momento a otro aparecerá un Moisés, un hombre a quien obedecerá los infiernos, los cielos, los elementos, la naturaleza entera. Los prodigios, con que acreditará la divinidad de su misión serán tan estupendos, que los que opero Moisés ante el Rey de Egipto no son sino una sombra y figura. A sus órdenes los mares saldrán de madre y hundirán ciudades enteras: la tierra se cubrirá de tinieblas tan densas que ni siquiera se verán en sombra los objetos más inmediatos. À su voz bajará fuego, azufro del cielo, y abriendo-se la tierra, tragará el infierno vivos a los modernos sacrílegos Datan, Coré, Abiron, y cuantos disputen su misión. Bajo la dirección de este hombre el orbe entero batallará contra los insensatos.
Seguirán a este restaurador los elegidos, solo los elegidos, aquellos que tienen escritos sus nombres en el libro de la vida, y los demás católicos apostataran dividiéndose unos de otros. Lo que está escrito del Hijo del hombre, se cumplirá en la persona de este restaurador “ut comtemnatur et multa palcatur” será desconocido, perseguido, despreciado de los católicos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida (…)
Satanás será encerrado al abismo por el nuevo Moisés y por sus apóstoles, y será con él sepultada al infierno la maldad de la tierra(…)
Cuando venderá ese restaurador?
Nosotros, a dicho el Papa Pio IX, veremos con nuestros propios ojos esta restauración. No se conoce otro restaurador que Elías Tesbites. ”Elías venturus est et eum venerit, restituet omnia”, si viene la restauración verdadera que consiste en la conversión a Dios de todas las naciones y de sus reyes, el restaurador no puede ser un rey, sino un apóstol; la guerra no convierte, sino que arruina, y este apóstol será Elías, el Elías prometido, sea cual fuere el nombre que al aparecer se le dé. Llámese Juan, Moisés, Pedro, el nombre importa poco: la misión de Elías restaurará la sociedad humana, porque así Dios lo tiene en su Providencia ordenado.
Fuente: bastioncatolico.wordpress.com
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